Lenta y naranja
sube la luna.
Crece la envidia en el viajero
que se queda soñando
en el hueco de la noche fría.
Redonda y pálida
cuelga ya la luna
perdió su sangre
en la subida al cielo,
y el viajero entiende
que es así
también la vida.
sube la luna.
Crece la envidia en el viajero
que se queda soñando
en el hueco de la noche fría.
Redonda y pálida
cuelga ya la luna
perdió su sangre
en la subida al cielo,
y el viajero entiende
que es así
también la vida.
1 comentario:
¡Hola, amiga!
Una luna así de malucha hay que darle cucharadas de jarabe de amor. Invitaría a Candela a que le hiciera cualquier potingue con pétalos de rosas rojas para que coja color.
Ay, si la luna hablara y no los poetas por ella, porque algunas veces dan ganas de permanecer un rato en esa inmensa soledad aunque por acá algunas estepas mentales se nos antojan lunas tristes y pálidas, menos luminosas.
Un beso. Elisa
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